La integridad electoral es un postulado ético que coloca a la confianza pública en el centro del proceso electoral, y analiza si los distintos actores involucrados se comportan de forma honesta, conforme a los valores y las normas que sustentan las elecciones democráticas. Este concepto busca medir la calidad de la democracia en un país a partir de una visión integral de todos los ámbitos del ciclo electoral.

La integridad electoral tiene diferentes perspectivas:

a) De los votantes: en donde todos tendrán la misma oportunidad de participar, desarrollar sus preferencias políticas con información no sesgada y que un voto tendrá la misma validez que el de otros.

b) De quienes contienden: en donde la integridad se refiere a que quienes se postulen lo harán en igualdad de condiciones de competencia incluyendo el acceso igualitario a los medios de comunicación o al financiamiento.

c) Desde la legitimidad de los procesos: este principio se refiere a la aceptación de las reglas subyacentes del juego, de manera que todos los actores aceptan la autoridad del régimen y sus decisiones, sin necesidad del uso de la fuerza.

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